Hamdan Ali Mahmud Sefan, miliciano palestino, en 1973, mientras vivía en Siria, recibió la misión de pasar explosivos a través de la frontera con Israel y entrenar a una persona de su confianza. El elegido fue Omar, un vecino de su pueblo. Luego de dos meses, Omar se adelanta sin respetar el objeti- vo original de la misión (este objetivo hasta hoy permanece en secreto), y hace detonar una bomba en un autobús de Tel Aviv. Junto a Omar viajaba su tío Sacarías, quien sobrevive. Omar, en cambio, es la única persona que muere, lo que hace pensar que fue un error. La investigación llega hasta Hamdan, quien es condenado a 15 años de cárcel. Durante esos años soporta la tortura y el derribo de la casa familiar. Hoy Hamdan tiene cincuenta y nueve años y recuerda los preparativos de la misión y los quince años de cárcel, desde una Palestina que sigue sitiada y controlada por el estado israelita.
Más allá de su propia historia, su relato nos obliga a revisar lo que entendemos por “violencia” en situaciones límites, donde los hombres viven sometidos y humillados constante- mente por parte de un estado.