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Una cámara encendida tiene el poder del relato

Cuarenta mil comedores sin alimentos por decisión política, pero dicen que la Cultura subsidiada por el Estado es responsable del hambre. 


Cuentan cómo los que manejan los comedores roban el dinero o se quedan con los mejores alimentos, dejando para los pibes, lo peor, las sobras. 


Construyen enemigos con puestas en escena como interrogatorios policiales: contraluz y el rostro oculto en la negrura del encuadre.


Avanzan con sus discursos de odio, postean imágenes alusivas a la pedofilia y deciden cerrar el INADI. También cierran TÉLAM y borran todo el archivo para que no haya más imágenes ni historias que no sean las que ellos quieren contar. Por eso también, amenazan a la Cultura con desaparecer.


La disputa de sentido es total. Avasallan todos los consensos construídos desde la vuelta de la democracia, se normalizan discursos pedófilos, xenófobos, racistas, clasistas, misóginos como mecanismo de destrucción total, material y simbólica, para llevar adelante lo advertido en la campaña: que estalle. 


Mientras, en las asambleas populares escuchamos otras verdades que filmamos con los celulares y compartimos en nuestras redes sociales. El algoritmo nos encierra.


Una cámara encendida tiene el poder del relato.


Como trabajadoras de la cultura y en especial del audiovisual, este 8 de marzo vamos a acompañar cada una de las luchas que mujeres y disidencias están dando en todo el país. Porque no queremos más violencia sobre nuestros cuerpos ni sobre los cuerpos de las infancias. Porque las mujeres y disidencias somos quienes cuidamos. Somos quienes sostenemos día a día las ollas encendidas para que no haya más hambre. Somos quienes abrazamos y tendemos una mano frente a cada hecho de violencia machista. 


Nos ralean la comida, quieren obturar los modos de contarnos, nos desconocen como trabajadorxs de la cultura, niegan las desigualdades de género, prohíben y rechazan con cinismo las disidencias, de identidades, corporales, clases y pensamientos. “No la ven”, dicen. ¡Ay, si supieran! Nos encuentran más encendidas y organizadas que nunca.


El 8 de marzo de 1857 en Estados Unidos, más de 100 mujeres trabajadoras textiles murieron calcinadas a partir de un incendio provocado para romper la toma que llevaban adelante en protesta por las condiciones de trabajo y bajos salarios.


Quisieron quemarlas pero nos encendieron a todxs. 


8M

TRABAJADORXS UNIDXS

EL FUEGO ARDE

LA LUCHA VIVE






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